Corazón de Guerrera
Casi una década después desde que
el proyecto de adaptar a imagen real el popular manga del japonés Yukito Kishiro empezara a tomar forma
en la mente del afamado James Cameron,
nos llega por fin su resultado en forma del primer blockbuster de ciencia ficción distópica del año. Por el camino, y debido a
su largo desarrollo, Cameron tuvo que terminar delegando en el mexicano Robert Rodriguez para poder centrarse
en la realización de sus dos futuras secuelas de Avatar y conformarse con la
producción y la co-escritura de su guión mano a mano con Laeta Kalogridis (Terminator: Génesis).
Cameron, apasionado confeso del
manga original japonés editado durante la primera mitad de los años noventa con
el título de Hyper Future
Vision GUNNM (y que progresivamente se fue editando durante el resto
de la década en Europa y Estados Unidos ya con el nombre de Alita, ángel de combate aunque con cambios
en los nombres originales de muchos de sus personajes principales como el de la
propia protagonista) optó para su adaptación centrarse, salvo por
algunas diferencias, en la parte inicial de la trama recogida en sus dos
primeros volúmenes (de los nueve que la componían en
un principio), precisamente como ya hiciera su truncada adaptación al anime estrenada
en 1993 por el estudio Madhouse con dos OVAs
de apenas 50 minutos de duración en total (estrenándose posteriormente en
España en 1995 en el mercado del vídeo doméstico de la mano de Manga Films) y
que debido a su sorpresivo fracaso comercial (aunque no de calidad)
imposibilitó que el plan inicial de adaptar el resto de la obra se llevara a
cabo.
El resultado es una notable
amalgama de ciencia ficción cyberpunk que intenta llegar a un público mainstream sin olvidar a los fans del
anime y el manga originales. Un equilibrio que parece mejor conseguido en esta
ocasión que con la todavía reciente adaptación al cine de quizás el más insigne
de los animes/mangas del género como fue Ghost
in the Shell hace apenas un par de años. Y sin duda alguna el conservador
guión de Cameron sumado a la maravilla audiovisual conseguida por Rodriguez
(director ya acostumbrado a proyectos con un gran componente de efectos
digitales y animación en su seno como Sin
City, la saga Spy Kids o Planet Terror) afianzan un resultado
positivo dentro de la siempre compleja apuesta resultante de la adaptación de
un anime/manga japonés a imagen real para un público mayormente occidental, el
cual puede ser conocedor o no de ese origen nipón de la historia y sus
personajes.
Una adaptación que hubiera
resultado imposible técnicamente hace tan solo unos años y que tan solo las más
avanzadas técnicas de modelado 3-D y el mismo motion-capture la hacen posible
hoy en día. Eso sumado a una muy acertada labor de casting para todos sus
personajes con grandes y oscarizados actores como Christoph Waltz, Jennifer
Connelly o Mahershala Ali interpretando a sus personajes principales, hacen que
el guión y su historia, si bien optan por no profundizar mucho en los personajes
secundarios (y eso siempre es susceptible de acarrearle ciertas críticas) fluyan
con facilidad y se siga con interés a pesar de su aparente complejidad.
Un relato situado en un futuro
post-apocalíptico a mediados del siglo XXVI y que nos cuenta la historia de un
androide femenino desechado como chatarra en el vertedero de la no menos
decadente ciudad de Iron City y rescatado por el brillante ingeniero
reconvertido en doctor de cíborgs Dyson Ido (Waltz), el cual no solo reparará a
la androide amnésica con cerebro humano y grandes pupilas (un guiño evidente a
la estética clásica de los personajes de anime) y la bautizará como Alita sino
que, empujado por el recuerdo de su fallecida hija, la adoptará como si fuera
su hija al mismo tiempo que vamos conociendo el turbulento y complejo pasado y
la verdadera identidad tanto de Alita (letal y avanzada guerrera cíborg
proveniente de una lejana época) como del propio doctor Ido (Caza-recompensas
que arrastra un dramático pasado familiar tras de sí).
Poco a poco, y en un entorno
acertadamente multicultural y suburbial en donde conviven con normalidad
androides y humanos, iremos conociendo también al resto de personajes, sus
interrelaciones y la naturaleza ambigua o perversa de algunos de ellos como Hugo,
el joven amigo íntimo y humano de Alita; el usurero y mercenario Vector (Ali);
la doctora Chiren (Connelly, exmujer del doctor Ido y personaje que ciertamente se podría haber
aprovechado mucho más) o Zapan (Ed Skrein, el
líder del gremio de peligrosos, violentos y sin escrúpulos caza-recompensas
cíborgs bautizados en la cinta y en el anime/manga original como
Cazadores-Guerreros) así como que todos ellos están irremediablemente ligados a
Salem, la inquietante y avanzada ciudad volante que se alza sobre los cielos de
Iron City como único símbolo perdurable de la antigua grandeza humana, de donde precisamente provienen la mayoría de los desechos tecnológicos vertidos sobre aquella y pieza
clave en el desarrollo de la trama (además de premeditadamente reservada para
una hipotética secuela) hacia la cual todos los personajes alzan la vista buscando
sus sueños de futuro y la promesa de una vida mejor o la redención definitiva por
su dramático y turbulento pasado.
La poca información concreta que
recibimos de esa enigmática ciudad flotante así como del villano de la obra, el
genio de la biotecnología Nova (interpretado por Edward Norton en poco más que
un fugaz cameo), el cual actúa a modo de demiurgo omnisciente sobre Iron City y,
literalmente, sobre muchos de sus personajes con implantes neuronales, así como
del desarrollo de la propia historia y del uso de famosos actores como Michelle
Rodríguez o Jai Courtney en cameos estelares en el violento deporte de moda en
esa decadente sociedad futura, el Motorball (claramente inspirado en el clásico setentero Rollerball de Norman Jewison), sumado a su abierto final, dejan clara la intención
y la necesidad de Rodriguez y del mismo guión de una secuela que prosiga o
termine la intrincada historia que el film nos muestra. El cual, dejando de lado la introspección
filosófica más propia de Ghost in the Shell y centrándose más en el desarrollo
de la historia y en la evolución y empoderamiento individual de su personaje
femenino principal, una Alita que pasará, cambio de cuerpo artificial mediante,
de ingenua adolescente enamoradiza a letal, desafiante y vengativa guerrera reconvertida en heroína de
un mundo duro y hostil, conseguirá por el camino la novedosa tarea de que el
espectador se identifique y emocione con un personaje principal totalmente CGI
(aunque animado y humanizado en la sombra fantásticamente por el talento de la
actriz Rosa Salazar).
Así pues solo queda esperar a que
este complejo, largo y costoso proyecto de más de 170 millones de dólares de
sus frutos en la taquilla de todo el mundo si queremos que la dupla Cameron/Rodriguez
tenga la oportunidad de realizar una muy necesaria secuela y, quien sabe,
quizás así abrir la puerta a que proyectos tan largamente ambicionados por Hollywood
y fans al mismo tiempo como la adaptación a imagen real de Akira, la magna obra
de Katsuhiro Otomo, puedan alguna vez llegar a ver la luz del día.
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