El murciélago alza el vuelo por "última" vez
Todas las grandes historias se merecen un gran final. Eso es exactamente lo que piensa Christopher Nolan, el director de la exitosa y por fin trilogía contemporánea sobre el Señor de la Noche. Y eso es lo que ha intentado hacer, con resultados más que notables, en esta la última encarnación hasta la fecha del personaje estrella de DC Comics.
La expectación
era enorme debido al gran éxito de crítica y público de las dos anteriores
entregas, y podemos afirmar ya que Nolan no ha decepcionado a sus millones de
seguidores en todo el mundo convirtiéndose así en el primer director que
consigue cerrar un tríptico sobre el personaje de Batman en la gran pantalla.
El talento del
inglés Christopher Nolan es innegable a tenor del transcurso de su carrera
durante los últimos doce años, y sin duda se ha convertido en uno de los
cineastas más brillantes de su generación. Con un dominio superlativo del
tiempo narrativo en sus obras, hecho que queda especialmente patente en sus
brillantes Memento (2000) y Origen (2010) Nolan sobresale también
como guionista de sus propios trabajos, labor que ha compartido en los últimos
años con su hermano Jonathan.
Su aproximación
a la figura de Batman (ensalzada por el talento y la magia de Tim Burton en los
dos primeros films y arrastrada y vilipendiada atrozmente por Joel Schumacher
en los dos siguientes) debe en parte su gran éxito a la idea de adaptar un
personaje de cómic de la manera más realista y verosímil posible, alejándose de
esta forma no solo de las demás adaptaciones actuales de superhéroes de cómic
al cine sino también y muy especialmente de la debacle que la franquicia
experimentó a finales de los años noventa. A su favor tenía las propias
características favorables del personaje original y un público deseoso de
olvidar esas dos últimas aventuras del murciélago. Batman Begins (2005) y El
Caballero Oscuro (2008) fueron dos rotundos éxitos de crítica y público,
resucitaron al personaje y ese gran éxito influyó incluso en la elección de
título para esta tercera y última entrega de la trilogía.
Para esta
ocasión los villanos recuperados son dos: Bane (que ya aparecía fugazmente en
la sonrojante y nefasta Batman &
Robin, 1997) y la ambigua Catwoman (interpretada magistralmente por
Michelle Pfeiffer hace justo ahora veinte años, en la segunda y brillante
adaptación del personaje de manos de Tim Burton en Batman Vuelve, 1992). Sobre Bane la comparación con su predecesor
es poco menos que insultante, pero en el caso de la virtuosa ladrona Selina
Kyle (Catwoman) las comparaciones, además de odiosas, resultan también más
delicadas. Si bien Anne Hathaway está estupenda como nueva antagonista/aliada
del caballero oscuro y se ajusta bien a su ambigua figura, el trasfondo del
personaje, sus motivaciones y su química con el héroe no están tan bien
conseguidos como en la cinta de Burton y ese es sin duda uno de los pocos
puntos débiles de la cinta de Nolan, que quizás debido a su propia
grandilocuencia deja relegados a un muy segundo plano (cuando no elude) ciertas
subtramas que habrían enriquecido enormemente al personaje.
Respecto a Bane
(Tom Hardy) y dejando de lado que su doblaje al castellano no ha sido del todo
acertado, el personaje se erige como la piedra angular sobre la que gira toda
la película y uno de los villanos mejor retratados de todas las últimas
adaptaciones de cómic al cine. Criminal forjado a fuego en la dura y distante
prisión de Peña Duro y adicto a una droga que multiplica su fuerza pero que
necesita ingerir cada 12 horas, motivo por el cual lleva siempre puesta esa
máscara (aunque estos datos, de nuevo, no queden del todo bien explicados en la
película). Es él el que articula la mayor parte del eje argumental y el que
introduce los temas más interesantes en la película y por ende, en la mente del
justiciero alado interpretado vigorosamente por Christian Bale. La venganza, el
terrorismo fanático, la corrupción política o la revolución, el caos y la
anarquía como métodos de purga social y renacimiento colectivo, si bien no son
nuevos si que están tratados de una forma muy actual y con la suficiente
verosimilitud como para enganchar al espectador e incluso ver reflejado en
ellos un guiño nada sutil a la actual crisis financiera global como en el
asalto a Wall Street. Por supuesto, y al fin y al cabo, esto es Batman y
ninguno de esos temas está tratado en profundidad pero si dejando lugar a una
sana reflexión gracias a un ritmo narrativo mas sosegado esta vez en líneas
generales, a diferencia de la frenética El Caballero Oscuro, mas preocupado por
darle un correcto tratamiento al personaje del héroe enmascarado, cerrando el
círculo abierto con el primer filme e intentando no dejar ningún cabo suelto,
cosa que consigue admirablemente bien.
Siguiendo con el
personaje interpretado por Christian Bale, nuevamente el único salvador posible
ante el caos que atenaza la ciudad de Gotham city después de haberse convertido
de nuevo ésta en el punto de mira de sus enemigos, resulta interesante observar
su evolución: de antihéroe derrotista a renacido mesías por obra y gracia
involuntaria de su antagonista, un Bane que se convierte en su peor pesadilla
pero también en su única razón de resurgimiento y abandono de su acomodado
retiro al entender que para ser verdaderamente invencible no es suficiente con
no tenerle miedo a la muerte, sino precisamente en tener algo por lo que luchar
y, consecuentemente, en experimentar y sentir el miedo por perderlo.
Por otro lado el
plantel de actores secundarios es igualmente excepcional como en las dos
anteriores entregas resaltando a Michael Caine como el sufrido Alfred o Gary
Oldman como el comisario Gordon, y sumándose la francesa Marion Cotillard (La vida en rosa) como Miranda o Joseph
Gordon-Levitt (Origen) como el
policía Blake, sin olvidar a Morgan Freeman o Matthew Modine.
En cuanto al
tono general de la película Nolan ha hecho especial hincapié en dotarlo de un
aura apesadumbrada, triste, fría y oscura, especialmente en su primera mitad
(quizás inspirándose en el argumento del famoso cómic de culto de Frank Miller El regreso del caballero oscuro) y de un
tono acertadamente apocalíptico en su segunda con un despliegue visual de
medios apabullante. Una ostentación que no esconde en ningún momento aunque
deje al espectador algo huérfano de esa mágica sensación de melancolía, quizás
algo infantil, que poseían los primeros films dirigidos por Burton, más
modestos en cuanto a presupuesto y con una perspectiva radicalmente diferente
sobre el personaje pero que, sin embargo, los hacían también algo mas cercanos.
Una cierta
frialdad que no impide para nada, aún aceptando ese innecesario plano final,
disfrutar de la conclusión de esta épica trilogía. Larga vida al defensor de
Gotham (NY) City.
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