lunes, 17 de septiembre de 2012

El Caballero Oscuro: la leyenda renace (2012)


El murciélago alza el vuelo por "última" vez

Todas las grandes historias se merecen un gran final. Eso es exactamente lo que piensa Christopher Nolan, el director de la exitosa y por fin trilogía contemporánea sobre el Señor de la Noche. Y eso es lo que ha intentado hacer, con resultados más que notables, en esta la última encarnación hasta la fecha del personaje estrella de DC Comics. 
La expectación era enorme debido al gran éxito de crítica y público de las dos anteriores entregas, y podemos afirmar ya que Nolan no ha decepcionado a sus millones de seguidores en todo el mundo convirtiéndose así en el primer director que consigue cerrar un tríptico sobre el personaje de Batman en la gran pantalla.
El talento del inglés Christopher Nolan es innegable a tenor del transcurso de su carrera durante los últimos doce años, y sin duda se ha convertido en uno de los cineastas más brillantes de su generación. Con un dominio superlativo del tiempo narrativo en sus obras, hecho que queda especialmente patente en sus brillantes Memento (2000) y Origen (2010) Nolan sobresale también como guionista de sus propios trabajos, labor que ha compartido en los últimos años con su hermano Jonathan.
Su aproximación a la figura de Batman (ensalzada por el talento y la magia de Tim Burton en los dos primeros films y arrastrada y vilipendiada atrozmente por Joel Schumacher en los dos siguientes) debe en parte su gran éxito a la idea de adaptar un personaje de cómic de la manera más realista y verosímil posible, alejándose de esta forma no solo de las demás adaptaciones actuales de superhéroes de cómic al cine sino también y muy especialmente de la debacle que la franquicia experimentó a finales de los años noventa. A su favor tenía las propias características favorables del personaje original y un público deseoso de olvidar esas dos últimas aventuras del murciélago. Batman Begins (2005) y El Caballero Oscuro (2008) fueron dos rotundos éxitos de crítica y público, resucitaron al personaje y ese gran éxito influyó incluso en la elección de título para esta tercera y última entrega de la trilogía.
Para esta ocasión los villanos recuperados son dos: Bane (que ya aparecía fugazmente en la sonrojante y nefasta Batman & Robin, 1997) y la ambigua Catwoman (interpretada magistralmente por Michelle Pfeiffer hace justo ahora veinte años, en la segunda y brillante adaptación del personaje de manos de Tim Burton en Batman Vuelve, 1992). Sobre Bane la comparación con su predecesor es poco menos que insultante, pero en el caso de la virtuosa ladrona Selina Kyle (Catwoman) las comparaciones, además de odiosas, resultan también más delicadas. Si bien Anne Hathaway está estupenda como nueva antagonista/aliada del caballero oscuro y se ajusta bien a su ambigua figura, el trasfondo del personaje, sus motivaciones y su química con el héroe no están tan bien conseguidos como en la cinta de Burton y ese es sin duda uno de los pocos puntos débiles de la cinta de Nolan, que quizás debido a su propia grandilocuencia deja relegados a un muy segundo plano (cuando no elude) ciertas subtramas que habrían enriquecido enormemente al personaje.
Respecto a Bane (Tom Hardy) y dejando de lado que su doblaje al castellano no ha sido del todo acertado, el personaje se erige como la piedra angular sobre la que gira toda la película y uno de los villanos mejor retratados de todas las últimas adaptaciones de cómic al cine. Criminal forjado a fuego en la dura y distante prisión de Peña Duro y adicto a una droga que multiplica su fuerza pero que necesita ingerir cada 12 horas, motivo por el cual lleva siempre puesta esa máscara (aunque estos datos, de nuevo, no queden del todo bien explicados en la película). Es él el que articula la mayor parte del eje argumental y el que introduce los temas más interesantes en la película y por ende, en la mente del justiciero alado interpretado vigorosamente por Christian Bale. La venganza, el terrorismo fanático, la corrupción política o la revolución, el caos y la anarquía como métodos de purga social y renacimiento colectivo, si bien no son nuevos si que están tratados de una forma muy actual y con la suficiente verosimilitud como para enganchar al espectador e incluso ver reflejado en ellos un guiño nada sutil a la actual crisis financiera global como en el asalto a Wall Street. Por supuesto, y al fin y al cabo, esto es Batman y ninguno de esos temas está tratado en profundidad pero si dejando lugar a una sana reflexión gracias a un ritmo narrativo mas sosegado esta vez en líneas generales, a diferencia de la frenética El Caballero Oscuro, mas preocupado por darle un correcto tratamiento al personaje del héroe enmascarado, cerrando el círculo abierto con el primer filme e intentando no dejar ningún cabo suelto, cosa que consigue admirablemente bien.
Siguiendo con el personaje interpretado por Christian Bale, nuevamente el único salvador posible ante el caos que atenaza la ciudad de Gotham city después de haberse convertido de nuevo ésta en el punto de mira de sus enemigos, resulta interesante observar su evolución: de antihéroe derrotista a renacido mesías por obra y gracia involuntaria de su antagonista, un Bane que se convierte en su peor pesadilla pero también en su única razón de resurgimiento y abandono de su acomodado retiro al entender que para ser verdaderamente invencible no es suficiente con no tenerle miedo a la muerte, sino precisamente en tener algo por lo que luchar y, consecuentemente, en experimentar y sentir el miedo por perderlo.
Por otro lado el plantel de actores secundarios es igualmente excepcional como en las dos anteriores entregas resaltando a Michael Caine como el sufrido Alfred o Gary Oldman como el comisario Gordon, y sumándose la francesa Marion Cotillard (La vida en rosa) como Miranda o Joseph Gordon-Levitt (Origen) como el policía Blake, sin olvidar a Morgan Freeman o Matthew Modine.
En cuanto al tono general de la película Nolan ha hecho especial hincapié en dotarlo de un aura apesadumbrada, triste, fría y oscura, especialmente en su primera mitad (quizás inspirándose en el argumento del famoso cómic de culto de Frank Miller El regreso del caballero oscuro) y de un tono acertadamente apocalíptico en su segunda con un despliegue visual de medios apabullante. Una ostentación que no esconde en ningún momento aunque deje al espectador algo huérfano de esa mágica sensación de melancolía, quizás algo infantil, que poseían los primeros films dirigidos por Burton, más modestos en cuanto a presupuesto y con una perspectiva radicalmente diferente sobre el personaje pero que, sin embargo, los hacían también algo mas cercanos.
Una cierta frialdad que no impide para nada, aún aceptando ese innecesario plano final, disfrutar de la conclusión de esta épica trilogía. Larga vida al defensor de Gotham (NY) City.

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