martes, 2 de mayo de 2017

Ghost in the Shell (2017)


Almas de metal

Mucho se había especulado sobre la esperada adaptación al cine de imagen real de la homónima obra maestra del anime japonés dirigida por Mamoru Oshii en 1995, adaptación esta a su vez del popular manga del mismo nombre creado por Masamune Shirow en 1989. Pues bien, finalmente Hollywood ha obrado el milagro con un producto de cuestionada calidad aunque de impecable factura.
Lo primero que hay que dejar claro es que el film es claramente un remake de la primera y más famosa película de la saga de anime nipón (integrada esta por tres películas, dos temporadas de una serie televisiva, un OVA y una reciente miniserie, todas de excelsa calidad) con todos los pros y los contras que eso conlleva.
Dirigida por un mediocre Rupert Sanders (director británico de escaso currículum que tan solo cuenta en su haber con el éxito de su adaptación de Blancanieves y la leyenda del cazador en 2012) la película adolece de un guión demasiado plano y previsible, poco sutil y carente de la notable profundidad filosófica que definía al anime original. Con un diseño de personajes también algo superficial nos cuenta la historia de la Mayor Motoko Kusanagi (rebautizada aquí como la Mayor Mira) una joven en estado terminal transformada en sofisticado cyborg por una compañía privada con el objetivo de convertirla en el soldado perfecto en la lucha antiterrorista: mente humana y cuerpo 100% sintético. Siendo el primer ejemplar de su clase la Mayor es la líder de un grupo especial de operaciones de campo llamado Sección 9, supeditado al control gubernamental y encargado de la lucha antiterrorista y contra el crimen en un Japón futurista de mediados del siglo XXI. La trama, idéntica a la del anime original, empieza a desarrollarse en el momento en el que Mira/Motoko comienza a cuestionarse a si misma sobre su propio origen y existencia junto con su relación de obediencia y progresiva desconfianza hacia sus superiores, al mismo tiempo que la Sección 9 lucha contra un poderoso y temible hacker conocido como Kuze/El titiritero. Y es que la Mayor no es solamente una avanzada y letal máquina contra el crimen sino también un ser humano que ha vuelto a nacer con otro cuerpo y en un extraño mundo que le es ajeno y familiar al mismo tiempo, en una sociedad en donde los límites entre lo humano y lo tecnológico se empiezan a difuminar para dar paso a una hibridación y conectividad absoluta entre hombre y máquina.
Si bien la historia sigue siendo interesante para cualquier amante de la ciencia ficción cyberpunk y se desarrolla sin mayores problemas, no es menos cierto que el film es mas disfrutable cuanto menos se sepa del anime original. Como adaptación se conforma justamente con eso, en ser un aceptable remake fiel al texto original pero que en ningún momento intenta buscar algún tipo de entidad propia o profundidad argumental en su trama para intentar rivalizar con la magna obra en la que se basa. Pero para el aficionado conocedor del anime y el manga originales se torna todo ello en una agridulce sensación. Como remake es al mismo tiempo correcto y cercano al original con suficientes puntos positivos en su haber para conformarse como un recomendable visionado para cualquier fan de la saga original.
El cásting, pese a las reticencias iniciales, raya la perfección: tenemos a una fría teniente Kusanagi interpretada de forma eficaz por Scarlett Johansson, la cual encaja perfectamente en el papel; a su entrañable compañero Batou en la acertada piel del actor danés Pilou Asbaek; al capitán de la Sección 9 interpretado también de forma muy acertada por el gran actor y director nipón Takeshi Kitano; a un inquietante Michael Pitt como el peligroso hacker Kuze (el Titiritero del anime original) y a una Juliette Binoche también muy correcta en su papel de la ambigua Doctora Ouelet.
El diseño de producción es también todo un acierto, con una ambientación perfectamente lograda que recuerda fácilmente a ese Tokyo hipertecnificado, sórdido y perennemente lluvioso del anime en el que se basa. Incluso los efectos especiales, nada exagerados, y su fantástica y sutil banda sonora nos retrotraen a la obra de Oshii y al trabajo de Kenji Kawai, sin olvidar ese reconocible tono oscuro y reflexivo del anime original.
¿Qué es lo que falla entonces? Claramente y como ya se ha apuntado anteriormente, su guión. Esa falta de pretensiones por convertir la trama en algo más que una cinta de acción futurista al uso, precisamente en el remake de una obra original que si por algo es recordada, además de por su impecable calidad técnica para la época, fue precisamente por sus pretensiones en ir mas allá de una mera película de ciencia ficción y en profundizar en los conceptos filosóficos que se esconden detrás de gran parte de los contenidos de las obras de género cyberpunk (audiovisuales o no) como son la naturaleza del ser humano en un entorno urbano hostil, el posthumanismo y la trascendencia como individuos, las infinitas posibilidades de la ciencia y las tecnologías de la información o el ciberespacio y la inteligencia artificial en las, cada vez más presentes, sociedades futuras. Sin olvidar tampoco que el contenido político estaba también muy presente tanto en los films originales como también en la brillante serie de animación Stand Alone Complex, y que aquí se halla tan solo perfilado en vagas pinceladas.
Y es que básicamente ese parece haber sido el objetivo de los productores y guionistas y que el director ha acatado sin problemas: crear una versión en imagen real del anime, con la misma trama y personajes e incluso copiando literalmente algunas de las mas recordadas escenas de aquel, pero intentando contentar al mismo tiempo tanto a los neófitos como a los fans de la popular saga haciéndola mas fácilmente digerible para todo tipo de audiencia. Objetivo conseguido solo parcialmente, puesto que simplificar un guión y unos personajes de una trama calcada a la del anime original (y de la cual tan solo se ha cambiado el desenlace para intentar dejarlo mas abierto de cara a una improbable secuela, dados los malos resultados que ha obtenido en taquilla su estreno en USA) es ciertamente un terreno resbaladizo puesto que se corre el peligro de no contentar a ninguno de los dos frentes… y ese es su mayor problema.
Así pues, esta nueva versión de Ghost in the Shell se halla carente de la magia y especial profundidad que poseía inherente en su desarrollo argumental la obra de Mamoru Oshii, pero por lo menos podemos afirmar que conserva aún parte de su espíritu dentro de la cáscara. Y si bien desgraciadamente no aspira a convertirse en un nuevo referente para el género como sí lo fue su antecesora (para lo cual habría necesitado entre otras cosas de otro director con mas talento y unos guionistas mas atrevidos y precisos) tampoco es justo menospreciarla completamente ya que posee suficientes detalles de calidad como para no insultar la memoria de ningún aficionado a la saga o al anime original, teniendo en cuenta especialmente la elevada dificultad que conlleva siempre una adaptación de un manga/anime a imagen real (algo ya poco habitual en la industria americana y que ni siquiera las irregulares adaptaciones japonesas son capaces muchas veces de llevar a buen puerto) y que el film resultante en una producción hollywoodiense de mas de cien millones de dólares de presupuesto debe de ser siempre, necesariamente, un contenido mainstream adaptado a los gustos occidentales.


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