Viaje metálico
El joven
director canadiense Sam Dunn, junto con Scot McFadyen, antropólogo además de
headbanger convencido, ofrece con este interesante documental (del cual rodaría
su continuación Global Metal en
2008) una perspectiva analítica global del género, tanto a nivel musical como
sociológico.
Siguiendo la
estela (aunque alejándose de su punto de vista) de un clásico en el mundo del
cine documental musical como es el The
Decline of Western Civilitzation part II: The Metal Years de la directora
norteamericana Penelope Spheeris (1988),
Sam Dunn emprende un viaje alrededor del mundo a modo de road movie metálica
partiendo de una tesis simple que vertebra todo el documental: Por qué el gran
público tiene una visión del heavy metal tan estereotipada? Por qué esa visión
es meramente un cliché que generalmente y salvo honrosas excepciones, no se
asemeja para nada con la realidad? Dicha tesis se convierte en el eje principal
de la película, y sobre ella giran todos los capítulos en los cuales se divide:
orígenes, masificación, satanismo, machismo..
Obviamente la
subjetividad, en mayor o menor medida, siempre está presente en cualquier
perspectiva y los gustos personales del director y quizás también ciertas
dificultades externas fuera de su alcance impiden que ciertos grupos no sean
tratados y analizados con la profundidad que se merecen. Sería el caso de la
importancia central ofrecida a Iron
Maiden y la incomprensible traslación a un segundo término de Judas Priest, a los cuales solo se les
alude de forma especial en lo relativo a la orientación sexual de su líder a
pesar de que curiosamente se inicie el documental con imágenes de una pequeña
pieza de culto como es el Heavy Metal
Parking Lot, grabado en 1986, en las horas previas a un concierto de Priest.
O en el apartado femenino obviar entrevistar a Tarja Turunen, por ejemplo, o pasar
casi por alto el gothic metal como género o que otros simplemente ni aparezcan.
También conviene
señalar que no es un documental sobre subgéneros y estilos, y que el rápido
análisis que de estos se hace resulta cuando menos confuso, poco convincente e
incluso realmente equívoco en algunas ocasiones. Los puntos fuertes de Metal: A Headbanger´s Journey, y también
los más divertidos, son ciertamente los relacionados con la censura (capítulo PMRC
incluido), el machismo (Manowar
superficialmente, y Lemmy de Motörhead)
y el satanismo (Gorgoroth, Venom, Alice
Cooper). Mención aparte merece sin duda el cantante y líder de Twisted Sister, Dee Snider, en su
impagable comparecencia judicial ante Tipper Gore, la principal baluarte
política del PMRC a mediados de los ochenta en el capítulo dedicado a la
censura. Tampoco faltan Ronnie James Dio
o Rob Zombie con declaraciones más
que interesantes. O la parte dedicada al black metal noruego filmada en el país
escandinavo. Sin olvidar las alcohólicas declaraciones del líder de Mayhem en el festival de Wacken..
Teniendo en
cuenta todos estos condicionantes, es realmente una grata sorpresa que
actualmente, y con el género ya alcanzando sus 40 años de existencia, se
estrene en cine (aunque sea sólo a través de festivales especializados como el dedicado
al cine documental musical In-Edit) un documental digno y analítico, no exhaustivo
pero ciertamente notable, sobre el mundo del heavy metal, un género global y
complejo con importantes implicaciones sociológicas al cual ya todos nos
hallamos acostumbrados a que se menosprecie social y mediáticamente pese a su
más que cuantiosa base de aficionados y die-hard
fans (como el propio director) por todo el mundo.
No están todos los que son, pero seguramente si
son todos los que están, y eso no es poco. Sin duda una reflexión necesaria,
sincera e interesante para cualquier tipo de público aficionado al metal o
simplemente a los buenos documentales musicales.
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